De la idea inicial discutida por José Saramago y Emilio Aragón, la antítesis entre el bien y el mal en la personificación de Caín y Abel, ambos autores fueron derivando hacia una recreación de las cosmogonías de diversas culturas, durante el proceso previo a la creación. El personaje de Caín quedaría a merced del escritor, quien le haría protagonista de su último libro, mientras que Pilar del Río, hoy viuda de Saramago, fue conduciendo el diálogo hacia un volumen de poemas del año 1975: El año de 1993. De él, Fernando Gómez Aguilera realizó una selección de acuerdo con el escritor. Aragón, siempre tendente a extraer figuras musicales de las que le suministran sus textos, ha encontrado aquí una gran profusión de imágenes enormemente sugerentes que van emergiendo del tejido musical a lo largo de los nueve fragmentos que integran la obra.

José Ramón Encinar.